lunes, 25 de enero de 2016

El Rucuyaya o Yurac, el personaje de las contradanzas




Al Rucuyaya también se lo conoce como “Yurac”, que quiere decir sabio o persona que acumuló conocimientos. En los pueblos indígenas, el mayor o yurac se sienta adelante y es quien hace los rezos y el pedido a la Pacha-mama,

En la pequeña loma que rodea la plaza central de Junducucho, el pueblo se reunió para disfrutar del sexto día de fiesta en honor de San Antonio. Ese fue el día para que algunos chicos de la comunidad reciban el sacramento de la confirmación y para la celebración, sus padres y parientes lucieron las mejores galas. Hombres y mujeres llevaron sombreros blancos de lana, algunos con dos borlas que colgaban en un lado y otros con sombreros que llevaban cintas.
Las mujeres lucían polleras de muchos colores, unas largas de un vuelo y otras cortas de dos vuelos, esas prendas se combinaban con la lliglla en las más jóvenes y el reboso sujetado con el tupo, en el caso de las mujeres adultas y ancianas. Era de ver como algunas cargaban con las chalinas unos quipis, o atados, que estaban tan cubiertos y no se veía que hay dentro de ellos.
En la fiesta, antes de ir al espacio para la ceremonia y juego de la escaramuza, todos disfrutaban de la comicidad y ocurrencias de dos rucuyayas, quienes junto a un grupo de niñas y chiquillos, como también de adolescentes que hacían de damas, hicieron la contradanza que terminó con el baile del tucumán.
En el centro de la plaza, sonaban los pingullos y el redoblante, era música cañari creada por el conjunto “Intiñáñ”, integrado por tres hermanos Guamán, que han recorrido más de cinco décadas en la música. Todas las melodías pertenecen a sus ancestros y fueron alegres para que los contra-danzantes, las damas y los rucuyayas bailen y bailen, por toda la plaza.
El protagonismo del rucuyaya
Un reir incesante, ya sea por sus palabras, gestos, ademanes y vestimentas, despertó en la comunidad la presencia del Rucuyaya, personaje que en la cultura andina cañari es el adulto, el mayor, no sólo por la edad, sino porque es un portador de conocimientos, que los acumuló a lo largo de su existencia.
Al Rucuyaya también se los conoce con el nombre de “Yurac”, que quiere decir sabio o persona con cúmulo de conocimientos. En una mesa de reunión de los pueblos indígenas, el mayor o yurac se sienta adelante, es la persona de mayor edad quien hace los rezos y el pedido a la Pacha-mama,
El Rucuyaya es toda una leyenda y quien lo representa, se prepara con tiempo para dejar bien sentado la razón de ser. Es muy alegórico, lleva unos pantalones largos y sobre ellos una pantaloneta para proteger su órgano reproductor, eso los combina con polines rojos, zapatos bajos y suaves para bailar, una camiseta o camisa, chompas comunes y casacas de cuero. La abundancia de su ropaje es una de sus características.
Lo más llamativo del Rucuyaya es la máscara, un gigante embuchado que cubre su cabeza y deja espacio para los ojos, nariz y boca. La máscara es la alegoría de un “rucu”, es decir de un anciano, con una nariz larga y abundante pelo entre blanco, negro y café; también tienen barba y cejas de preferencia blancas. Todo eso está elaborado con hilo grueso
En la espalda carga un gran sombrero de esterilla, casi nunca se pone, pero es un elemento que no puede faltar en el atuendo. El Rucuyaya siempre carga una botella que cruza su torso y un chicote, hecho de cuero de ganado o beta no muy gruesa, con este aparato persigue a quienes le molestan. Hay rucucyayas que tocan guitarra y acordeón, quien lleva el disfraz es libre de lucir y hacer el show.
“Juan Pelamonte Bajadespacio”
“Quiere su marido, ahí vienen el negro ve, es un feo negro”, dice “Juan Pelamonte Bajadespacio” (nombre que se le da a este personaje), el hombre de 77 años, que por más de 20 hace el papel de rucuyaya en la fiesta de San Antonio. “Matamos 80 vacas, 500 caballos, yo hago todo por fe y porque quiero a las mujeres y las mujeres me quieren a mí; todas las que están allí son mío no más, son como ochenta y siete mujeres y para todas tengo”, dice Juan.
El hombre se confeccionó su traje y máscara, para eso tomó un pantalón con bolsillos, se cubrió los brazos, piernas y hombros y “hueco”. El bailó un día entero. “Bailo por mi habilidad ysoy más fuerte y macho, esto enseñé a mis nietos, para que sigan ofreciendo a San Antonio”, argumentó el personaje.
El baile de las contradanzas
Cuando el rucuyaya llega, la fiesta empieza. El es quien guía el baile de las contradanzas y las damas. Las damas son jovencitas que bailan con un sombrero y un velo les cubre el rostro. Ese velo, en la cultura cañari, es un simbolismo para protegerse de los malos espíritus. Ese velo protege a las niñas y señoritas de los malos espíritus, que están a veces en el ambiente.
Cada rucuyaya lleva lo que él piensa que hará reír. El rucuyaya a veces no mide peligro, hace chistes, se burla de todos, de las señoritas especialmente; se tira al piso, los niños le halan el sombrero, el chicote, la camisa o chompa, intentan darle puntapiés. Él simula que está muriendo, se da volantines o volteretas, es todo un espectáculo.
Las damas y los contradanzates hacen dos columnas, unos bailan por el lado derecho de la pista y otros por el izquierdo. Los rucuyayas siempre están adelante y hay un punto de encuentro entre contradanzates y damas. Los que bailan lo hacen por fe, nadie los selecciona y, según los miembros de la comunidad, muchos de ellos a lo mejor recibieron algún beneficio, milagro o están pidiendo algo, alguna solución a un problema a su santo patrono, San Antonio.
La contradanza es un término castellano que significa contra y danza, porque es un baile donde los dos grupos de bailarines se encuentran, unos vienen por aquí y otros llegan por allá, en ese punto de intersección se da el encontrón, y por allí viene la nominación de la contradanza, “esa es la mejor explicación que tenemos”, dijo uno de los habitantes del sector.
Varias salidas y el baile del tucumán
Son muchas salidas que hacen los bailarines de la contradanza. El baile es arrastrando los pies, su característica no es lo ligero, sino a un ritmo que nadie se canse, porque son tantas intervenciones y hay que guardar fuerzas para bailar el tucumán, que es la parte final de la contradanza.
Para tejer las cintas, dos hombres adultos sujetan el poste desde donde penden las cintas rojas, amarillas, violetas, azules, verdes; son cintas de siete colores que representan los siete colores del sol, del arco iris. Cada uno de los 25 danzantes toma una cinta y al mismo ritmo con el que bailan la contradanza van tejiendo, hasta que el poste quede revestido de colores.
Las niñas y damas contradanzantes lucen el pañuelo o lligllas en la espalda, mientras los hombres cuelgan de un sombrero o sobre el hombro finas trenzas. Wilson Geovanni, un chiquillo que participó en la fiesta, tenía el atuendo de mujer, el baile lo aprendió de su hermano mayor. “La contradanza se hace saltando, para participar hay que prepararse bien ,al menos unas tres horas antes de bailar. Este es el segundo año que bailo y lo hago por fe y porque me gusta el baile”, afirma el pequeño.
Juan Daniel Guamán Aguayza, de diez años, hizo de rucuyaya. Con su propia destreza preparó la ropa, mientras la máscara, el sombrero de esterilla los hizo su papá. Esta fue la primera vez que bailó.
“Gracias compañeros y primero entrego el beso dorado”, dijo “Juan Pelamonte Bajadespacio”, todo ello en quichua. La gente rió ante las ocurrencias. Su discurso fue una alusión a su rol que cumple en la animación de la fiesta. “Sus palabras son de humor, para que el público se sienta alegre. Es típico que un rucuyaya hable quichua y eso se da cada año”, comentó Gladys Santos, de Quilloac. (BSG)-(I)

No hay comentarios:

Publicar un comentario