En la convicción cultural y de vida de la cultura cañari, el hombre y la mujer son la complementariedad. Un hombre no puede estar sin una mujer y la mujer no puede estar sin el hombre, según su filosofía, los dos tienen que vivir y enfrentar la existencia, en armonía con la naturaleza.
Para ellos, en la modernidad lleva a los seres humanos a ser homogéneos, y el primer elemento en el cual se nota esta característica, es la vestimenta. Esta homogeneidad en el vestir, es algo contra lo cual luchan los cañaris, tal es así que para algunas fiestas, la mujer decide la ropa que el hombre lucirá.
Es la esposa quien solicita a los tejedores elaborar un poncho para la ceremonia. El esposo no sabe el color, ni qué ribetes tendrá esa prenda que, a manera de sorpresa, la tendrá lista para el día de la fiesta; todo porque es la esposa es quien definió el color de la prenda y otros aspectos. De ahí surge ese pensamiento, que los hombres cañaris no visten para la sociedad y el pueblo, es la esposa quien decide y define cómo quiere ver a su esposo lucir en la fiesta.
Así como la mujer define la estética en la vestimenta de su esposo, de igual forma el esposo es quien determina el ropaje que su compañera lucirá en la fiesta. Es él quien dice a su compañera, la pollera, la blusa y el reboso que lucirá. “Nos apoyamos mútuamente y esa dualidad se ve hasta en la vestimenta”, afirman.
Otro significado de la dualidad entre hombre y mujer es el pelo. El largo cabello en hombres y mujeres para los pueblos indígenas, tiene mucho significado; pero hay uno principal, el pelo largo es el elemento que une a la pareja. Todas las mañanas, la esposa teje la trenza a su marido, y cuando ella no está, es él mismo quien se peina, pero la trenza no tiene la misma estética, ni la perfección con la que lo hace las manos femeninas.
Así mismo, el hombre es quien hace la trenza a su mujer. En el momento que la peina, él revisa y analiza la cabeza de su compañera, a ver si de repente determina algún mal que afecte a su salud mental, emocional o física. Cuando la pareja llega a cierta edad y empiezan a salir las canas o pelos blancos y se hacen visibles; ella, su dualidad, saca las canas; la misma tarea cumple el esposo.
“Si un hombre empieza a andar por si solo, sin vigilancia de la mujer, significa que está con pelos blancos y está mal peinado y vistiendo la ropa que él quiere, eso por ejemplo significa que ese hombre empieza a buscar su propia ropa y la mujer también hace lo mismo y no está bien, porque son ropas que hay que comprar”, dicen.
La historia reseña que en los ancestros, la ropa era hilada por la mujer y el hombre; los dos hacían el par para tejer la hebra y decidir el color que tendrá el hilo y luego el tejido que dará forma a la prenda: El hombre era quien tejía, esa tarea también masculina se ha perdido en la contemporaneidad, ya no hay muchos hombres que tejen en la comunidad.
La dualidad hombre y mujer es indispensable en las comunidades cañaris. No es posible que el hombre viva solo, ni la mujer tampoco Todas esas cosas se expresan en el raymi ancestral, mucha gente dice hay que hacer la ropa para la fiesta de San Antonio, para la fiesta del Lalay Raymi, que es el carnaval cañari, la fiesta cuando la esposa hace la cushma, ese Lalay raymi que es el Pawcar Raymi, en feberero; el Inti Raymi, en junio; el Killa Raymi, en septiembre y para finalizar el año con al Kápac Raymi, en diciembre
Los dos en el Raymi Ancestral
Al Raymi Ancestral van los esposos y las esposas, la pareja, porque ésta es la fiesta de la unidad, para algunas las comunidades de la provincia del Cañar.
Los cañaris de ahora se identifican como nacionalidad, no tanto como una etnia; para ellos, la etnia es un término antropológico utilizado por la cultura mestiza para denominar a los indígenas, por lo se identifican como pueblos y nacionalidades.
Los estudios realizados sobre esta comunidad, se refieren a la Etnia como un grupo de personas que comparten una misma cultura, lengua o formación social, que les permite identificarlos como parte de una etnia específica, quienes generalmente habitan en un territorio determinado.
Llegar a la fiesta es encontrarse con los familiares y amigos. En español y en quichua entablan diálogos. Hablan en quichua porque es, a decir de uno de sus líderes, el lenguaje que les dejaron los incas, porque su lengua originaria es el cañari y se asentaron en lo que son las provincias de Azuay y Cañar.
“El raymi mismo es un término quichua, aprendimos este idioma”, dice uno de ellos para quien el raymi, es un término que identifica a la ceremonia , en que los antepasados harían a los dioses y seres sagrados de ese tiempo, principalmente a los espíritus de los cerros, del sol, de la luna, a determinadas estrellas; como también a ciertas especies de animales considerados como hermanos vivientes.
Para los cañaris, los animales eran seres con espíritu y el hombre está en relación con ellos. Y así como mantenían ese vículo con estos seres vivos, también lo hacían con los cerros, que también tienen espíritus con quienes se comunican, esos son principios propios de su cultura, y un ejemplo de eso es la ceremonia que realizan en septiembre, cuando se dirigen a las huacas sagradas y pedir a los espíritus de los cerros que envían las lluvias, porque es la temporada cuando preparan la tierras que requiere suficiente humedad para poder sembrar, principalmente el maíz en noviembre.
“Nos vamos a las huacas y nuestros mayores también lo hacían”, dice Pedro Solano, quien argumenta que con la llegada de los españoles y la implantación de la religión católica, en los sitios donde estaban las huacas, se ubicaron imágenes religiosas para el culto católico.
Prueba de ello es Biblián, donde se ubicó la huaca sagrada de Shalo y donde ahora se erige el Santuario de la Virgen del Rocío; en el caso de Azogues, en la colina donde se asienta la basílica de la Virgen de la Nube, también fue un sitio sagrado de los cañaris; y el más reciente es el espacio de la huaca grande de Abuga, donde se emplazó la inmensa imagen de la Virgen de la Nube.
Esas huacas para los ancestros cañaris, fueron los lugares sagrados a donde acudían sus mayores, para desde ahí elevar oraciones, plegarias y establecer comunicaciones directas con los seres y espíritus de la naturaleza.
Y es que la relación huaca con lo femenino, no es una tan directa como se creería. Solano añade que en el pensamiento de los cañaris, no fue trascendente la diferencia entre hombre y mujer, porque dentro de su filosofía, el hombre y mujer son complementarios, son la dualidad. El principio no es el mismo que se acentúa en la cultura mestiza, un hombre con mayores derechos y mujeres con menos derechos. (BSG)-(I).
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