lunes, 25 de enero de 2016

El Rucuyaya o Yurac, el personaje de las contradanzas




Al Rucuyaya también se lo conoce como “Yurac”, que quiere decir sabio o persona que acumuló conocimientos. En los pueblos indígenas, el mayor o yurac se sienta adelante y es quien hace los rezos y el pedido a la Pacha-mama,

En la pequeña loma que rodea la plaza central de Junducucho, el pueblo se reunió para disfrutar del sexto día de fiesta en honor de San Antonio. Ese fue el día para que algunos chicos de la comunidad reciban el sacramento de la confirmación y para la celebración, sus padres y parientes lucieron las mejores galas. Hombres y mujeres llevaron sombreros blancos de lana, algunos con dos borlas que colgaban en un lado y otros con sombreros que llevaban cintas.
Las mujeres lucían polleras de muchos colores, unas largas de un vuelo y otras cortas de dos vuelos, esas prendas se combinaban con la lliglla en las más jóvenes y el reboso sujetado con el tupo, en el caso de las mujeres adultas y ancianas. Era de ver como algunas cargaban con las chalinas unos quipis, o atados, que estaban tan cubiertos y no se veía que hay dentro de ellos.
En la fiesta, antes de ir al espacio para la ceremonia y juego de la escaramuza, todos disfrutaban de la comicidad y ocurrencias de dos rucuyayas, quienes junto a un grupo de niñas y chiquillos, como también de adolescentes que hacían de damas, hicieron la contradanza que terminó con el baile del tucumán.
En el centro de la plaza, sonaban los pingullos y el redoblante, era música cañari creada por el conjunto “Intiñáñ”, integrado por tres hermanos Guamán, que han recorrido más de cinco décadas en la música. Todas las melodías pertenecen a sus ancestros y fueron alegres para que los contra-danzantes, las damas y los rucuyayas bailen y bailen, por toda la plaza.
El protagonismo del rucuyaya
Un reir incesante, ya sea por sus palabras, gestos, ademanes y vestimentas, despertó en la comunidad la presencia del Rucuyaya, personaje que en la cultura andina cañari es el adulto, el mayor, no sólo por la edad, sino porque es un portador de conocimientos, que los acumuló a lo largo de su existencia.
Al Rucuyaya también se los conoce con el nombre de “Yurac”, que quiere decir sabio o persona con cúmulo de conocimientos. En una mesa de reunión de los pueblos indígenas, el mayor o yurac se sienta adelante, es la persona de mayor edad quien hace los rezos y el pedido a la Pacha-mama,
El Rucuyaya es toda una leyenda y quien lo representa, se prepara con tiempo para dejar bien sentado la razón de ser. Es muy alegórico, lleva unos pantalones largos y sobre ellos una pantaloneta para proteger su órgano reproductor, eso los combina con polines rojos, zapatos bajos y suaves para bailar, una camiseta o camisa, chompas comunes y casacas de cuero. La abundancia de su ropaje es una de sus características.
Lo más llamativo del Rucuyaya es la máscara, un gigante embuchado que cubre su cabeza y deja espacio para los ojos, nariz y boca. La máscara es la alegoría de un “rucu”, es decir de un anciano, con una nariz larga y abundante pelo entre blanco, negro y café; también tienen barba y cejas de preferencia blancas. Todo eso está elaborado con hilo grueso
En la espalda carga un gran sombrero de esterilla, casi nunca se pone, pero es un elemento que no puede faltar en el atuendo. El Rucuyaya siempre carga una botella que cruza su torso y un chicote, hecho de cuero de ganado o beta no muy gruesa, con este aparato persigue a quienes le molestan. Hay rucucyayas que tocan guitarra y acordeón, quien lleva el disfraz es libre de lucir y hacer el show.
“Juan Pelamonte Bajadespacio”
“Quiere su marido, ahí vienen el negro ve, es un feo negro”, dice “Juan Pelamonte Bajadespacio” (nombre que se le da a este personaje), el hombre de 77 años, que por más de 20 hace el papel de rucuyaya en la fiesta de San Antonio. “Matamos 80 vacas, 500 caballos, yo hago todo por fe y porque quiero a las mujeres y las mujeres me quieren a mí; todas las que están allí son mío no más, son como ochenta y siete mujeres y para todas tengo”, dice Juan.
El hombre se confeccionó su traje y máscara, para eso tomó un pantalón con bolsillos, se cubrió los brazos, piernas y hombros y “hueco”. El bailó un día entero. “Bailo por mi habilidad ysoy más fuerte y macho, esto enseñé a mis nietos, para que sigan ofreciendo a San Antonio”, argumentó el personaje.
El baile de las contradanzas
Cuando el rucuyaya llega, la fiesta empieza. El es quien guía el baile de las contradanzas y las damas. Las damas son jovencitas que bailan con un sombrero y un velo les cubre el rostro. Ese velo, en la cultura cañari, es un simbolismo para protegerse de los malos espíritus. Ese velo protege a las niñas y señoritas de los malos espíritus, que están a veces en el ambiente.
Cada rucuyaya lleva lo que él piensa que hará reír. El rucuyaya a veces no mide peligro, hace chistes, se burla de todos, de las señoritas especialmente; se tira al piso, los niños le halan el sombrero, el chicote, la camisa o chompa, intentan darle puntapiés. Él simula que está muriendo, se da volantines o volteretas, es todo un espectáculo.
Las damas y los contradanzates hacen dos columnas, unos bailan por el lado derecho de la pista y otros por el izquierdo. Los rucuyayas siempre están adelante y hay un punto de encuentro entre contradanzates y damas. Los que bailan lo hacen por fe, nadie los selecciona y, según los miembros de la comunidad, muchos de ellos a lo mejor recibieron algún beneficio, milagro o están pidiendo algo, alguna solución a un problema a su santo patrono, San Antonio.
La contradanza es un término castellano que significa contra y danza, porque es un baile donde los dos grupos de bailarines se encuentran, unos vienen por aquí y otros llegan por allá, en ese punto de intersección se da el encontrón, y por allí viene la nominación de la contradanza, “esa es la mejor explicación que tenemos”, dijo uno de los habitantes del sector.
Varias salidas y el baile del tucumán
Son muchas salidas que hacen los bailarines de la contradanza. El baile es arrastrando los pies, su característica no es lo ligero, sino a un ritmo que nadie se canse, porque son tantas intervenciones y hay que guardar fuerzas para bailar el tucumán, que es la parte final de la contradanza.
Para tejer las cintas, dos hombres adultos sujetan el poste desde donde penden las cintas rojas, amarillas, violetas, azules, verdes; son cintas de siete colores que representan los siete colores del sol, del arco iris. Cada uno de los 25 danzantes toma una cinta y al mismo ritmo con el que bailan la contradanza van tejiendo, hasta que el poste quede revestido de colores.
Las niñas y damas contradanzantes lucen el pañuelo o lligllas en la espalda, mientras los hombres cuelgan de un sombrero o sobre el hombro finas trenzas. Wilson Geovanni, un chiquillo que participó en la fiesta, tenía el atuendo de mujer, el baile lo aprendió de su hermano mayor. “La contradanza se hace saltando, para participar hay que prepararse bien ,al menos unas tres horas antes de bailar. Este es el segundo año que bailo y lo hago por fe y porque me gusta el baile”, afirma el pequeño.
Juan Daniel Guamán Aguayza, de diez años, hizo de rucuyaya. Con su propia destreza preparó la ropa, mientras la máscara, el sombrero de esterilla los hizo su papá. Esta fue la primera vez que bailó.
“Gracias compañeros y primero entrego el beso dorado”, dijo “Juan Pelamonte Bajadespacio”, todo ello en quichua. La gente rió ante las ocurrencias. Su discurso fue una alusión a su rol que cumple en la animación de la fiesta. “Sus palabras son de humor, para que el público se sienta alegre. Es típico que un rucuyaya hable quichua y eso se da cada año”, comentó Gladys Santos, de Quilloac. (BSG)-(I)

El Raymi Ancestral, la fiesta donde se expresa la dualidad hombre-mujer



En la convicción cultural y de vida de la cultura cañari, el hombre y la mujer son la complementariedad. Un hombre no puede estar sin una mujer y la mujer no puede estar sin el hombre, según su filosofía, los dos tienen que vivir y enfrentar la existencia, en armonía con la naturaleza.
Para ellos, en la modernidad lleva a los seres humanos a ser homogéneos, y el primer elemento en el cual se nota esta característica, es la vestimenta. Esta homogeneidad en el vestir, es algo contra lo cual luchan los cañaris, tal es así que para algunas fiestas, la mujer decide la ropa que el hombre lucirá.
Es la esposa quien solicita a los tejedores elaborar un poncho para la ceremonia. El esposo no sabe el color, ni qué ribetes tendrá esa prenda que, a manera de sorpresa, la tendrá lista para el día de la fiesta; todo porque es la esposa es quien definió el color de la prenda y otros aspectos. De ahí surge ese pensamiento, que los hombres cañaris no visten para la sociedad y el pueblo, es la esposa quien decide y define cómo quiere ver a su esposo lucir en la fiesta.
Así como la mujer define la estética en la vestimenta de su esposo, de igual forma el esposo es quien determina el ropaje que su compañera lucirá en la fiesta. Es él quien dice a su compañera, la pollera, la blusa y el reboso que lucirá. “Nos apoyamos mútuamente y esa dualidad se ve hasta en la vestimenta”, afirman.
Otro significado de la dualidad entre hombre y mujer es el pelo. El largo cabello en hombres y mujeres para los pueblos indígenas, tiene mucho significado; pero hay uno principal, el pelo largo es el elemento que une a la pareja. Todas las mañanas, la esposa teje la trenza a su marido, y cuando ella no está, es él mismo quien se peina, pero la trenza no tiene la misma estética, ni la perfección con la que lo hace las manos femeninas.
Así mismo, el hombre es quien hace la trenza a su mujer. En el momento que la peina, él revisa y analiza la cabeza de su compañera, a ver si de repente determina algún mal que afecte a su salud mental, emocional o física. Cuando la pareja llega a cierta edad y empiezan a salir las canas o pelos blancos y se hacen visibles; ella, su dualidad, saca las canas; la misma tarea cumple el esposo.
“Si un hombre empieza a andar por si solo, sin vigilancia de la mujer, significa que está con pelos blancos y está mal peinado y vistiendo la ropa que él quiere, eso por ejemplo significa que ese hombre empieza a buscar su propia ropa y la mujer también hace lo mismo y no está bien, porque son ropas que hay que comprar”, dicen.
La historia reseña que en los ancestros, la ropa era hilada por la mujer y el hombre; los dos hacían el par para tejer la hebra y decidir el color que tendrá el hilo y luego el tejido que dará forma a la prenda: El hombre era quien tejía, esa tarea también masculina se ha perdido en la contemporaneidad, ya no hay muchos hombres que tejen en la comunidad.
La dualidad hombre y mujer es indispensable en las comunidades cañaris. No es posible que el hombre viva solo, ni la mujer tampoco Todas esas cosas se expresan en el raymi ancestral, mucha gente dice hay que hacer la ropa para la fiesta de San Antonio, para la fiesta del Lalay Raymi, que es el carnaval cañari, la fiesta cuando la esposa hace la cushma, ese Lalay raymi que es el Pawcar Raymi, en feberero; el Inti Raymi, en junio; el Killa Raymi, en septiembre y para finalizar el año con al Kápac Raymi, en diciembre
Los dos en el Raymi Ancestral 
Al Raymi Ancestral van los esposos y las esposas, la pareja, porque ésta es la fiesta de la unidad, para algunas las comunidades de la provincia del Cañar.
Los cañaris de ahora se identifican como nacionalidad, no tanto como una etnia; para ellos, la etnia es un término antropológico utilizado por la cultura mestiza para denominar a los indígenas, por lo se identifican como pueblos y nacionalidades.
Los estudios realizados sobre esta comunidad, se refieren a la Etnia como un grupo de personas que comparten una misma cultura, lengua o formación social, que les permite identificarlos como parte de una etnia específica, quienes generalmente habitan en un territorio determinado.
Llegar a la fiesta es encontrarse con los familiares y amigos. En español y en quichua entablan diálogos. Hablan en quichua porque es, a decir de uno de sus líderes, el lenguaje que les dejaron los incas, porque su lengua originaria es el cañari y se asentaron en lo que son las provincias de Azuay y Cañar.
“El raymi mismo es un término quichua, aprendimos este idioma”, dice uno de ellos para quien el raymi, es un término que identifica a la ceremonia , en que los antepasados harían a los dioses y seres sagrados de ese tiempo, principalmente a los espíritus de los cerros, del sol, de la luna, a determinadas estrellas; como también a ciertas especies de animales considerados como hermanos vivientes.
Para los cañaris, los animales eran seres con espíritu y el hombre está en relación con ellos. Y así como mantenían ese vículo con estos seres vivos, también lo hacían con los cerros, que también tienen espíritus con quienes se comunican, esos son principios propios de su cultura, y un ejemplo de eso es la ceremonia que realizan en septiembre, cuando se dirigen a las huacas sagradas y pedir a los espíritus de los cerros que envían las lluvias, porque es la temporada cuando preparan la tierras que requiere suficiente humedad para poder sembrar, principalmente el maíz en noviembre.
“Nos vamos a las huacas y nuestros mayores también lo hacían”, dice Pedro Solano, quien argumenta que con la llegada de los españoles y la implantación de la religión católica, en los sitios donde estaban las huacas, se ubicaron imágenes religiosas para el culto católico.
Prueba de ello es Biblián, donde se ubicó la huaca sagrada de Shalo y donde ahora se erige el Santuario de la Virgen del Rocío; en el caso de Azogues, en la colina donde se asienta la basílica de la Virgen de la Nube, también fue un sitio sagrado de los cañaris; y el más reciente es el espacio de la huaca grande de Abuga, donde se emplazó la inmensa imagen de la Virgen de la Nube.
Esas huacas para los ancestros cañaris, fueron los lugares sagrados a donde acudían sus mayores, para desde ahí elevar oraciones, plegarias y establecer comunicaciones directas con los seres y espíritus de la naturaleza.
Y es que la relación huaca con lo femenino, no es una tan directa como se creería. Solano añade que en el pensamiento de los cañaris, no fue trascendente la diferencia entre hombre y mujer, porque dentro de su filosofía, el hombre y mujer son complementarios, son la dualidad. El principio no es el mismo que se acentúa en la cultura mestiza, un hombre con mayores derechos y mujeres con menos derechos. (BSG)-(I).


sábado, 16 de enero de 2016

Voces de Ébano, el espacio radial con participación de afrodescendientes



Exposición de vestimenta, desfile de moda con trajes de tendencia afro, gastronomía y muchas voces al micrófono, son la característica del programa que arranca hoy.
“Canción del niño negro y del incendio”, ese es uno de los poemas de Nelson Estupiñán Bass, escritor esmeraldeño que murió en el 2012, a los 100 años de edad. Ese poema reza así: “Negro, negro, renegrido,/ Negro hermano del carbón,/ Negro de negros nacido/ Negro ayer, mañana y hoy…/”.
Esos versos y otros más, creados por escritores afrodescendientes ecuatorianos y de otras partes del mundo que exaltaron a la vida, al amor, a su raza, se toman para difundirlos en “Voces de Ébano”, programa radial que el Movimiento Afro del Azuay inaugura hoy , para difundirlo a través de las ondas de Radio Católica Cuenca, 98.1 FM, de 15:00 a 16:00.
“Las palabras son fuego, es el elemento fuego de la madre naturaleza”. Eso dice Juan García, historiador de Esmeraldas, y Mama Yama o Iza de Aguiar, la líder de los afros en el Azuay, lo sabe y lo repite. Frases como esas también saldrán al parlante junto a textos de escritores como: Amada Cortés, Petita Palma, Antonio Preciado, y de creaciones que lleguen de otras partes del mundo, ya sean de Shirley o Epsy Campbell, de Costa Rica; o de algunos escritores afro de Brasil.
Un día de fiesta Para los afros radicados en esta ciudad, hoy es un día de fiesta. Abrir el espacio de comunicación con la población a través de la radio, es un logro en sus luchas por los derechos de este pueblo históricamente olvidado. No se trata de llegar solo a la cabina, sino a través de los micrófonos compartir con toda la comunidad, la cultura, la identidad, la ideología y esas cualidades que tienen los afros en el país.
“Voces del Ébano” será así como la piel morena y suave, tan suave y a la vez tan firme, que han soportado ese cambio histórico. “La piel del pueblo afro, esa piel tan fina y suave es tan delicada, que hay que cuidarla”, eso dice Nila de Aguiar, una de las activistas de la comunidad afro en nuestra provincia y quien es parte activa de este programa.
En la radio, los afros cantarán “Agua larga, agua larga, agua larga que corriendo va…”, una marimba mántrica escrita por el líder esmeraldeño más connotado del Ecuador como es Papá Roncón y que es el himno de su gente.
Es música mántrica, repetitiva, que cantan los que la saben, los que la sienten, los que se identifican con ella, hasta llegar a un momento de éxtasis y todas las voces al unísono, con esa fortaleza la repetirán: “Agua larga, agua larga, agua larga corriendo va”. Y es un himno, porque esa agua cuando es cantada, se refiere a las emociones de las féminas, de la naturaleza; por ese sentido de vida es que para los afro-ecuatorianos esta melodía es un himno que lo cantarán para abrir su espacio de comunicación.
Contenidos
Cultura, deportes, política, emprendimientos, personajes, son los segmentos determinados para “Voces de Ébano”. En la cultura está la música, la danza, la literatura, las tradiciones orales. En los personajes y emprendimientos están la gastronomía, con los tips y secretos de la cocina afro, que dejan saber los enigmas de un “encocado de pescado”, todo eso difundido por una gran mujer nacida en San Lorenzo y radicada en Cuenca, Marlene Nazareno, una emprendedora.
En el deporte también hay líderes afros y hay mucha historia detrás de toda esta comunidad que vive en Cuenca. “No es que llegaron como peloteros del Deportivo Cuenca, los afros llegaron a la ciudad con el fundador Gil Ramírez Dávalos”, dice Nila, quien tiene en carpeta para el programa, la presencia de figuras del deporte como Agustín Delgado, o de líderes sociales como la Presidenta de la Comisión Nacional de Pueblo afro-descendiente, entre otros.
Unir las voces de los afros
“Unir todas las voces para contar nuestra historia”, ese es el concepto de “Voces de Ébano” que junta las voces de varios protagonistas para hablar de tantos temas que hay en carpeta y entre ellos del Decenio de los Pueblos Negros, un proyecto importante que trabaja en tres ejes, que sustentan la lucha de los afros: la justicia, el empobrecimiento y el desarrollo.
Bajo la dirección del Movimiento Afro del Azuay, los invitados desarrollarán temas desde sus experiencias, destrezas y conocimientos, cada uno aportará al contenido de la radio revista semanal, que todos los miércoles se acercará a la ciudadanía para compartir con todas las culturas un programa diferente e innovador, que tiene la cualidad de ser curioso y nacer desde la naturaleza y sentir de este pueblo.
Este programa se relaciona con el tema de la interculturalidad; por ello, el pueblo afro que radica en Cuenca, en la provincia y el Ecuador, serán parte del programa que pretende paso a paso, lograr una transformación social, porque, como dice Nila, el tema de la exclusión, racismo y xenofobia no se acaban con decretos, sino con el cambio de conciencia de cada uno como ciudadano.
Miles de historias
Mama Yana afirma que “Voces de Ébano” es el espacio para contar poco a poco, las 33 millones de historias no relatadas. Entonces, este es el momento para aprender sobre la vida de tantos afros que están en la provincia, aquí es donde arranca el proceso de reconocimiento y visibilización, hasta reconstruir ese perfil de esta población que llegó a América para construirla.
Hechos contemporáneos y de la historia marcarán el contenido del programa de 60 minutos. Nila sabe que es importante conocer la historia para proyectar el hoy en día y de esa manera reconocer a quienes dieron su vida para el desarrollo. Allí es cuando sale a relucir el nombre de Alonso de Illescas, héroe fundamental para el reconcomiendo de los pueblos afros con la “República de Sambos”.
Música con melodías de grandes creadores afro; exposición y desfile con trajes propios de esta cultura llenos de colores; demostración de gastronomía, son algunos de los programas que extra micrófonos se realizará desde las 15:00 de hoy, en las instalaciones del antiguo Seminario San Luis, sede de Radio Católica Cuenca.
René Brito, director de la radio señaló que “Voces de Ébano” se difundirá a nivel del país con Radio Católica Nacional y la Red Corape, la idea es compartir el espacio con varias emisoras del Ecuador, para cumplir con la ley que determina la difusión de Contenidos Interculturales al menos en el 5% de la programación que dispongan.
Lo que se busca además es resaltar la presencia del Movimiento Afro del Azuay, que realiza actividades de manera permanente y está presente en el quehacer cultural de la ciudad. (BSG) – (Interculturalidad)

Las nuevas tendencias en la vestimenta cañari



Petrona Pizha es una mujer que se especilizó no solo en el corte, confección y bordado, ahora diseña las prendas y nuevos estilos a poner en los bordes, sin perder la identidad de su etnia Cañari.
En las calles Honorato Ochoa y Pinzhull, pasando la Panamericana, Petrona Pizha mantiene su taller de confección y bordado.
La mujer tambeña que viste de blusa blanca, pollera negra y unos zapatos bajos que le facilitan moverse de un lado a otro y rápido, se ha dedicado de lleno a incursionar en el diseño y confección de nuevas tendencias de ropa y moda, conservando la identidad cañari.
De su cuello cuelga la cinta métrica amarilla, una herramienta indispensable en su tarea de hacer costura, con ella obtiene la precisión de las medidas del cuerpo femenino, en el talle, el ancho y el largo de cada prenda.
Su taller es una galería. En un estante se exponen las telas acrílicas fabricadas en Ecuador de múltiples colores, predominan los verdes, fucsia, púrpuras, algunas tonalidades de colores naranjas y otros que la cliente puede escoger. Junto a la máquina overlock, reposan las polleras en procesos de producción, con filos bordados en hilo de seda y piedras de cristal para ropa.
En una mesa están los modelos de polleras, las antiguas tradicionales y las nuevas que tienen tendencia de un solo vuelo, con doblones finos y bordados anchos. Son polleras que se sujetan con reatas. En otro espacio se exhiben las blusas, hay diversidad de modelos tanto en la forma como en el bordado. La mayoría de las blusas son blancas, en medio de ellas, y muy escasas, se ven unas de colores púrpuras, rosadas y negras.
En la vitrina se ubican la variedad de hilos, todos de seda y en variados colores, que pintarán los modelos de hojas, flores, tallos o cualquier alegoría que Petrona presente en sus diseños para bordados.
En el taller suenan y suenan las máquinas, que con la velocidad casi como el aleteo de un colibrí, plasman los bordados. Son miles de subidas y bajadas que en fracciones de segundo hacen las agujas, para con cada puntada lograr la forma y el color deseado.
En ese taller se encuentran dos generaciones de tecnológicas: la más antigua marcada por la presencia de la máquina Singer negra, que con una sola aguja y al ritmo del pedaleo o al aplastar del pequeño motor de la operaria, da forma al bordado. Y la más moderna, con las máquinas “ZGM”, computarizadas, donde Adolfo Guasco, esposo de Petrona, programa los diseños por ella propuestos, para que sean las máquinas las que borden.
Migrante y emprendedora
La mujer de 44 años, es una emprendedora. Inició en el bordado al poco tiempo que terminó la escuela. Su primera formación recibió en los talleres del Servicio Ecuatoriano de Capacitación, SECAP, donde se acercó a todo lo relacionado con el corte y confección.
Hacer artesanía en textil fue lo que, a la entonces joven, llamó tanto la atención y no escatimó esfuerzo en aprender el oficio, “sentí la necesidad de hacer algo”, dice; y así fue como incursionó en la elaboración de polleras para las “cholas cuencanas”, en el bordado de Gualaceo con la conocida técnica del tambor.
El mundo le deparó algunos retos, migrar a los Estados Unidos, donde vivió 11 años, manteniendo su vestimenta y su trabajo de diseñar y hacer vestimenta para las mujeres Cañar y Chimborazo, que vivían en ese país conservando su cultura.
“Nice” (agradable), “beautifull” (bella), decían los gringos a las obras de Petrona. En ese país lejano y extraño instaló su taller, donde elaboró y vendió trajes para muchos indígenas de Centroamérica y para americanos que gustaban de la artesanía ecuatoriana. Eran los chales, polleras tipos faldas para los americanos, los que ganaron mercados. Las propuestas de Petrona también gustaron a los chinos, quienes compraron las polleras prensadas.
Dios está primero en su vida. A viva voz agradece al Gran Creador que le dio esa cualidad creadora para sus diseños y el valor para emprender. Sus obras fueron tan cotizadas, que las expuso en la sede Internacional de la Organización de las Naciones Unidos, allá en Nueva York.
“Fui inmigrante, ingresé a ese espacio, los publiqué y mis diseños están allá en la ONU. Diseñé polleras, blusas, huallcarinas (lligllas), sombreros de lana con flores; todo lo que es de Cañar y del sur de Ecuador”, manifiesta, la Tambeña que regresó al país por sus hijos, para compartir con ellos el tiempo y para emprender una micro empresa de bordados, porque está segura que: “se puede trabajar en este país, aquí también hay”.
Los trajes de Cañar y Chimborazo
Trabajar para vestir a las mujeres de las etnias del sur del Ecuador es su especialidad. En su taller están trajes de mujer cañari, chimboracense y de Saraguro. Las prendas entre una y otra etnia son diferentes. En la cultura cañari prima el gusto por los fucsia, rojo, rosado, pero no el amarillo; dicen que es el color de la riqueza del pueblo. En el Tambo, la preferencia va por los colores bajos.
Para los trajes que van a Chimborazo se usan colores más claros. El uso de piedras semipreciosas y lentejuelas dependen de la creatividad y como la diseñadora y creadora Petrona Pizha, los combine. “Todo es matizado, ponemos un amarillo que da más elegancia a las polleras”, explica.
Vestir con identidad no quita el gusto por lo novedoso. En estas épocas, al proponer y confeccionar una vestimenta no se ve solo la cultura, también se toma en cuenta la moda, por ello se plantean bordados más anchos para finos plisados. Estos resultan de la fusión entre el costumbrismo de la vestimenta de algunas comunidades de Ibarra, con las cosas que tienen los pueblos de Cañar.
Petrona indaga tanto en la dinámica de la vestimenta tradicional de los pueblos ecuatorianos y sabe que la interculturalidad en el uso de ropajes, va más allá de las culturas de nuestro país, sus obras han llegado a otras geografías del mundo y su amiga guatemalteca, artesana también, le envía diseños, para trabajar desde una unidad de pensamientos.
Antes, el trabajo era con miembros de la misma comunidad, eso no se ha perdido, pero la artesanía textil de Petrona trasciende fronteras, gracias a la visión integradora con iniciativas de otras partes del mundo.
Las blusas
Las blusas que acompañan a las polleras en cualquiera de los modelos, son otro mundo de color y diseños. La mayoría de estas prendas se confeccionan en telas blancas y la tendencia de ahora, dentro de la moda cañari, son bordados bien anchos, alegorías de flores y colores, que en conjunto cubren el pecho.
Blusas de torso ancho y de talle ajustado, de tal forma que moldee la silueta de la fémina. Hechas en seda, tienen mangas largas y la belleza del bordado se hace notorio, gracias al uso de las lentejuelas.
Las baetillas en morado y azul son colores preferidos para el traje de novia de una mujer del Cañar. Esas polleras se acompañan de una huallcarina hecha en terciopelo, bayeta, facha, hilados a manos o bayetas de orlón, en matices son diferentes.
El traje de la Ñusta
Para las princesas o Ñustas, Petrona diseña dos polleras: la recta y de un vuelo; y las más cortas y de dos vuelos, porque se usan en par. Estas polleras cañaris de estilo antiguo tienen cambios, ahora son bordadas, antiguamente las mujeres cañaris solo se vestían el filo doblado, no tenía teñidos, ni coloreados. (BSG)-(Interculturalidad).

El culto a San Antonio, el santo de la unión, según la cultura cañari




El Raymi Ancestral en honor al patrono San Antonio, es un sincretismo de la religión católica con la cultura de las comunidades cañaris.
En la casa de Jesús Pichasaca y María Jeśus Tenezaca, allá en Narrío, en Quilloac – Cañar, la gente se reúne para la fiesta.
Era martes en la tarde. Jesús, ingeniero comercial, y María, licenciada en enfermería, recibían en su casa a los familiares, amigos, vecinos que a lo largo de un año acompañaron en cada una de las celebraciones, que como “Alcalde” o priostes para la fiesta de San Antonio de Pádua de la comunidad de Junducuchu, realizó; y que este domingo culmina con la entrega del bastón de mando al prioste determinado para este año.
En la familia y en la comunidad reinaba la unión. Los esposos están más unidos que nunca, los familiares de ellos también; y comparten esta unión los vecinos y parientes. Todo gira en torno a la unión, porque San Antonio de Pádua, es el santo de la unidad.
Desde muy temprano el martes, algunos hombres y mujeres ya estaban en casa del Alcalde Jesús Pichasca, ayudando para que la celebración inicial de salida de San Antonio de la casa del Síndico Lorenzo Aguayza a la casa del prioste, se lleve a cabo como la tradición de la comunidad lo establece.
En la tarde, poco a poco llegaron los acompañantes. Entre los primeros estaban Kléber Tenezaca, que entre sus ropajes llevaba la dulzaina -instrumento musical propio de su esta cultura de la provincia del Cañar- y Luis Palchizaca, un chiquillo de diez años, que desde hace unos tres toca el redoblante. Él es nieto de Kléber, los dos hacen una dupla perfecta a la ahora de interpretar los sonidos en las ceremonias.
Conforme caía la tarde y llegaba la noche, también llegaban los invitados. En la cocina las mujeres prepararon el caldo de res. Se olía a carne fresca de una res recién sacrificada. En una casa aledaña a la del prioste, otro grupo de féminas pelaban papas y asaban cuyes.
La chicha en una shila de barro se puso sobre la mesa y Pedro repartió un vaso de esa dulce chicha a cada invitado. Previo a la merienda, se soltaron dos cohetes. Para salir a la casa del síndico, era indispensable la llegada Matías Romero con el acordeón y cenar. Con todos los instrumentistas en casa del prioste y culminada la merienda, empezó la peregrinación.
Al ritmo del pasacalle, sonando la Chola Cuencana y el Chulla Quiteño en el acordeón y el huiro, salió la muchedumbre rumbo a la casa del Síndico (el dueño del santo) Lorenzo Aguayza. Una vía angosta iluminada en unas partes y oscura en otras, condujo al sitio. Dos jóvenes incienceras y algunos devotos caminaron más de 30 minutos, pasaron por Hierbabuena y por otras comunidades cercanas, hasta llegar a Junducuchu, subiendo una empinada carretera.
El prioste Jesús iba junto a su esposa María y a los acompañantes. El sonido de la dulzaina era tan fuerte, que se escuchaba a muchos metros de distancia. Entre la música sonaba la dulzaina, ese pequeño instrumento de viento dejó de silbar cuando llegó a la casa del Síndico, donde las imágenes de San Antonio de Pádua y el Divino Niño vestían mantos rojos y dorados, y reposaban en una altar hecho de flores y frutas.
El altar era una muestra de la abundancia de la tierra. Limeños amarillos, tan amarillos como el sol, colgaban de las vigas del techo de la casa. Estas calabazas forman parte de las guirnaldas de frutas que se extendían por todo el altar, se acompañaron de racimos de plátanos, de guineos. Además tenían colgadas piñas y entretejidos entre sí peras, mangos, tomates de chupar o de árbol, granadillas, ajíes. Eran las hojas verdes de plantas nativas del sector, las que adornaban estas guirnaldas, que también sostenía jugos en cartón y botellas de chicha.
“Que nuestro San Antonio en estos días de festividad, no dé ninguna penitencia y todos estemos juntos”, así pedía Pedro Pichasaca, un taita, un sabio de la comunidad que se encargó de guiar el rezo, de elevar el Padre Nuestro en español y quichua.
Corta resultó la sala del altar para los priostes, los músicos y los acompañantes, que sorteando la pequeña llovizna y la nube que caía en las noches, llegaron a cumplir con el acto de fe en honor a San Antonio.
Historia
La fiesta de San Antonio en Junducuchu es antigua, tiene aproximadamente 120 años. Pedro Jara, magíster y un asiduo activista de esta comunidad, cuenta que todo empezó por el impulso de María Francisca Solano Mayancela, “Mama Pancha”, su tía abuela. Ella encontró allá en Zhizhío a San Antonio e hizo todo lo posible para llevarlo a Junducucho.
La historia dice que Mama Pancha se llevó a San Antonio, cambió la imagen por dos almudes (50 libras más o menos) y una vacona. Incluso, se dice que existieron algunas revelaciones que hizo San Antonio a Mama Pancha, entre ellas cuando el santo le pidió: “por favor yo quiero ir a usted, a su lugar de domicilio”. Se dice también que San Antonio se reveló a la dueña, a Ana Peláez, a quien le dijo: “no quiero vivir aquí, quiero estar en la comunidad donde está mama Pancha”.
Hace 15 años la fiesta estaba por perderse, una sola familia se encargaba de hacerla. La situación económica no daba para más, así que Pedro y unos cuantos voluntarios formaron el Coro de San Antonio, 22 personas se juntaron para hacer la primera fiesta donde se resalten dos cosas, el sentimiento y fe a San Antonio y la defensa de su cultura.
Organizarse para posicionar a esta celebración como una de las más importantes de la comunidad cañari, fue la estrategia de los anfitriones. “La organización es el hilo fundamental de nuestro pueblo, sin unidad no podemos vivir, si la familia no está unida, la comunidad no está unida”, dice.
San Antonio es el santo que une a las familias. San Antonio hace confeccionar ropa, pensando en la fiesta de San Antonio se hacen sementeras, se compran animales, se crían cuyes, gallinas. Pedro relata como su gente le tiene fe. “Un compañero en este año me cuenta: yo dije, esta sementera es para San Antonio en este año, yo tengo fe que con la plata que saco de la cosecha, una partecita le doy a San Antonio y paso feliz”, así dice ese convencido del poder milagroso de la imagen, que ahora saca cualquier cantidad de papas al mercado.
San Antonio es como un elemento unificador, primero de la familia a través de la fe y luego el uso de las festividades, mediante el coro para fortalecer la unión del sector. Ahora mismo para la fiesta 2016, están 14 personas encabezando y a ellos se suman toda la familia del prioste mayor de Jesús,la gente que rodea al síndico Lorenzo (el dueño del santo), aquí todos se suman para fortalecerse y hacer como lo hizo el Inca, que redistribuía lo que tenía, porque el prioste hace una especie de redistribución, la familia que llega a la fiesta nunca llega vacía, llevan cuyes, mote, chicha, pan.
Elementos del Catolicismo
Hay dos elementos de la cuestión Católica insertas en esta fiesta: la imagen de San Antonio y las misas. “Nosotros dijimos al sacerdote, necesitamos cuatro misas para iniciar cualquier ceremonia”, dice Pedro. Los otros componentes son culturales e identitarios de la comunidad, tal es el caso de la vestimenta, música, unidad, confección de vacas locas, escaramuzas, los danzantes, damas, rukuyayas, personajes de la cultura cañari. Ahí se siente el sincretismo entre la cultura que llegó con la conquista y lo cañari.
La fiesta de San Antonio es una ceremonia que recupera la vestimenta y otros valores culturales de la comunidad de la parroquia Quilloac y la comunidad de Junducucho. (BSG)-(Intercultural).